desde las lindes del sur
domingo 28 de marzo de 2010
Voy a hablar desde la emoción, lo prometo, siempre trato de hacerlo.
Ayer, a eso de las ocho y media, estuve con mi pareja por la C/Zurita para entrar en la Sala Triángulo y degustar una obra cargada de poesía, la cual este fin de semana deja de estar en cartel.
A Déb la conozco muy poquito, casi nada, de un par de veces. A su compañero de reparto, José Luis Checa, menos si cabe. Y a Alfonso Pindado, de él puedo decir que he recitado con él en alguna ocasión.
A lo que iba que me marcho por los cerros de ídem. La Sala Triángulo, desde el inicio te magnetiza, pues sabes de sobra que vas a ver teatro en estado puro, y eso es lo que vimos mi pareja y yo. Una treintena de sillas, más o menos, alrededor del centro de la sala: el escenario. Dos protagonistas: José Luis y Déborah, casi sin adornos, sin tapujos, perfectos. A veces, estaban tan cerca que tenías la sensación de poder tocarlos e irrumpir en una de sus escenas. La carga emocional del texto es admirable, y más aún como ambos actores la logran con sus interpretaciones (coño si hasta casi lloré). La obra es pura poesía, pura, puta y puñetera poesía, de la buena, con un mensaje final y un contenido que hace temblar los cimientos de cualquiera.
Dos vidas, dos personas, solas, que tratan de vivir por separado y a la vez juntos. Una carga emocional tremenda. Muy buena.
Os juro que no digo todo esto porque trate de hacer propaganda de nadie, joder, es que la obra me sorprendió.
Finalmente, el detalle de Alfonso (el director), saliendo al centro y dedicando unas "palabras" a las instituciones, muy bien traídas por cierto.
La lástima es que hoy termina. Deja de estar en la Sala Triángulo. Solo espero que otras salas o teatros se fijen en ella, en la obra, y tengan el valor de apostar por este magnífico texto.
Voltios dixit.
7 comentarios:
A ver si vienen a mi cuidad.